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Almendro

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Lo primero que nos gusto fue el gran árbol en el solar, por anticipado mi Aldo vio algunos helechos colgados en la pared de ladrillo a la vista detrás de él, a mi negro le encantaban las matas y su absurdo cuidado, para mí solo eran arreboles sin trascendencia, plantas ornamentales en las que apenas puse atención antes de entrar a la casa. Pero en este árbol coincidíamos, era un almendro según Aldo, robusto y estaba sano, a punto de cambiar su vestido sin que la dueña de casa supiera, luego de unas semanas sería un árbol de ramas desnudas rayando el sol inclemente de nuestro eterno verano, sus hojas vinotinto a trasluz me parecieron rústicas, antiguas y vintage, muy todo lo que queríamos. Las habitaciones rondaban el solar y eran generosas en sus dimensiones, sentíamos que sobre nuestras cabezas podían levitar un par de personas más y no tocarían el entramado de bambú que era la estructura de cubierta. Ventanas imponentes en cada cuarto, encajadas en sus marcos de madera maternos, empo

Sin Estado ni familia ni religión.

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Siempre fue en su casa. El descorche de vino era tan habitual como un shot de tequila. La alternancia entre uno y el otro era ya de tamaño esquizofrénico. Gracias a Dios o a quien sea, para estas fechas la locura puede ser entendida como un estado de normalidad siempre y cuando sea normal para los que vivan la locura. Y cabe destacar que ahí nunca hubo nadie más y si hubo alguno se sentía cómodo ¡y ya está! Nada de alteraciones ni de casualidad. Risas. Joder… uno sí puede reír. Hablamos de todo. Claramente nuestras conversaciones tenían que ver con los pájaros, las arañas y esas cosas que viven cuando existen los árboles en abundancia. Era la desolación lo que nos llamaba la atención. La ausencia de mosquitos y árboles en la ruta a la licorería. Que divertido es reír en la normalidad de uno. Hace que las cosas sean más normales. Distiende la neurosis, la psicosis, la política, ablanda hasta al amor y lo hace más normal. Siempre todo sin alteraciones ni casualidad. Compartimos pensami

Espacios de confinamiento. Las heterotopías del espacio interior.

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Este relato fue publicado inicialmente por nuestros amigos de  Cuarentena I Relatos de encierro , y  hace parte de nuestra alianza con ellos para seguir documentando, generando reflexiones y percepciones sobre la experiencia del confinamiento, de manera individual y colectiva. *** Encerrados en nosotros mismos desde mucho antes del confinamiento veíamos como la solidaridad, la empatía, la posibilidad de entender al otro en sus circunstancias parecían signos de otros tiempos. Basta ahora escuchar en las noticias recientes los arrebatos de quienes protestan con armas contra el encierro y las palabras de Trump y Bolsonaro para entender que, ya antes de este gran encierro, la retórica de la mezquindad individual había sido sembrada, crecía y daba numerosos frutos. Era sólo cuestión de tiempo para que esta peligrosa mezcla de ignorancia y demagogia nos explotara en la cara. Las ciudades, los barrios, las casas han sido testigos mudos de cómo este peligroso hiper-individualismo se traduc

La barrera de eucalipto.

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Me desperté muy temprano y salí con mis cositas empacadas en un costal, quería llegar rápido a la terminal. Me tocó caminar desde el barrio hasta la autopista, en donde esperé el bus, menos mal que el chofer me conocía y no me cobró, pensó que me subía a vender los dulces y galletas con la que he sobrevivido en la ciudad. Pero no, ya hace varios días que pocos se montan en los buses, así que ya no hay a quien venderle nada mientras escuchan mi relato de sobrevivencia en la ciudad. No había nadie en la terminal, llegué antes que abrieran la ventanilla de venta de pasajes para el bus que va al pueblo. La señorita que me atendió me avisó que de pronto no podíamos pasar del Crucero, ya que la comunidad estaba haciendo controles y no dejaban pasare a nadie. A mí no me preocupó mucho, yo quería volver a casa, con mi gente. El bus arrancó con seis pasajeros, todos se bajaron el Los rosales, menos yo que seguí hasta que llegamos al Crucero. Y sí, estaba un grupo de personas haciendo contro

La Angalia.

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Composición en son catatumbero. Arreglos de monte. Sonido de cacerolazo y video suereño (Santiago de Chile) donde me atrapó el Covid-19.  Composición, letra, sonido y vídeo por Carlos Rojas, Chile 2020.

Desde el balcón.

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Afortunadamente en esta cuarentena tengo acceso a un balcón que da a la calle, ese encuadre es mí televisión, que forma de ver personajes y faunas exóticas. Que desfile de caricaturas, de seres ascendidos y de sucios sediciosos que infringen el aséptico régimen. Burdos revoltosos, con pequeños perros encadenados, caminan lentamente incitando a la insurgencia y al derrocamiento de la orden profiláctica. Me llaman la atención las abuelas, van siempre solas y me parece que no le temen al virus, sino al hambre, y a cada paso parsimonioso arengan con su silencio a transgredir la auto represión. Y les juro que alcanzo a escuchar como gritan para adentro: "Alzaos esos barbijos, volvamos a comer polvo y tomar de la mano al otro. Juntémonos en un asqueroso abrazo de fraternidad que nos una frente al fascismo sanitario." Por: Álvaro Ruiz Velasco

Virus virtual

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Nos impusieron un lenguaje mediático, escribieron un libreto Chino y nos pusieron a repetir la frase que reina en la sociedad del televisor: “Tiempos de incertidumbre y emergencia sanitaria por la pandemia actual”. Y de ese modo nos obligaron a ser los extras de un capitulo de serie dramática de Netflix, y/o los repartidores noticiosos sin paga. Por suerte mi mente funciona como la de un director y guionista, y no sirvo para ser actor de reparto, ni figurante ni extra; y me di a la tarea filantrópica de dar respuesta al origen y al sentido de este brote, pues me sentí inmerso en una realidad post apocalíptica, donde la información, los datos, las cifras y las estadísticas que viajan rápidamente por el mundo de manera virtual, son principales propagadores del virus.  Uno de tantos días me levanté de la cama con una desconfianza nueva, esta vez miré con recelo los bombillitos led del modem, ¡Claro!, las redes Wifi, la fibra óptica, la radiación electromagnética que se propaga en el vacío