Los síntomas
-El café me sabe a remedio. Dijo mi mujer una mañana cualquiera de cuarentena, en medio del desayuno de cada día. -¿Y el pan? Le pregunté como quien no quiere la cosa mientras contemplaba de reojo la escena del cuadro de pan Bimbo convirtiéndose en una cosa amorfa en medio de sus dientes y luego desaparecer de golpe en su garganta. -No me sabe a nada. Fue el diálogo matinal más largo que tuvimos desde que empezó el aislamiento. En condiciones normales, antes del Covid, nunca nos despertábamos a la misma hora por lo tanto no desayunábamos juntos. Y sentí una especie de sobrecogimiento. Me sorprendía con la misma fuerza el hecho de que abriera su boca para otra cosa distinta a engullir un huevo cocido, dos tajadas de pan seco y media jarra de café, y el hecho de que la comida le supiera distinto a todos los días. Me levanté despacio, recogí los platos y vasos como todos los días, lavé todo en silencio y me dirigí a mi habitación con el mismo hartazgo de cada mañana para q